8 mitos comunes sobre la traducción

¿Qué significa traducir, ser traductor o traductora profesional? Cuando descubrí el ámbito de la traducción, no tenía una idea muy clara sobre estos conceptos. Para ayudarte a entenderlos mejor, voy a deconstruir los mitos más recurrentes sobre la traducción.

Cualquiera que sepa una lengua extranjera puede traducir

No, conocer una lengua extranjera no es suficiente para realizar traducciones de buena calidad. Incluso para los bilingües naturales. Traducir exige también – y sobre todo – dominar la lengua materna perfectamente y conocer técnicas y herramientas de traducción. Por eso, un traductor traduce generalmente de las lenguas extranjeras dominadas a su lengua materna. Traducir es una profesión y no se improvisa. El conocimiento perfecto de una lengua incluye las normas gramaticales, sintácticas, lingüísticas, tipográficas y pragmáticas.

Traducir e interpretar es lo mismo

Las dos tareas incluyen el conocimiento de diferentes lenguas y el paso de una lengua a otra para transmitir un mensaje. Aquí acaba la comparación. La traducción consiste en traducir textos escritos de una lengua A a una lengua B. En cuanto a la interpretación, se trata de transmitir un discurso de tipo oral en otra lengua, también de manera oral. Por lo tanto, no se necesitan las mismas competencias para traducir e interpretar. Un traductor debe ser metódico, organizado y capaz de buscar datos fiables. Un intérprete debe tener mucha concentración, una memoria de elefante y la capacidad de trabajar bajo presión.

Un traductor domina necesariamente varias lenguas extranjeras

Conocer varias lenguas extranjeras no es inherente al buen traductor. Puede ser útil para ser más competitivo y encontrar trabajo más fácilmente, pero no modifica la calidad del trabajo de un traductor. Por lo general, un traductor domina dos lenguas extranjeras. Como ya he señalado, lo más importante es el conocimiento perfecto de la lengua materna.

Traducir es un trabajo solitario

Todo el mundo imagina un traductor detrás de su escritorio, con su ordenador como única compañía. Esto no es completamente falso, pero solo es la punta del iceberg. Un traductor puede estar solo físicamente, pero en realidad trabaja en relación con numerosos actores: agencias de traducción, clientes y/o otros traductores. Por otro lado, un traductor puede interactuar con otras personas en la realidad. Por ejemplo, puede formar parte del equipo interno de una agencia de traducción o ver a otros traductores con ocasión de la celebración de eventos sobre la traducción o formaciones proporcionadas a traductores profesionales.

El trabajo de traductor es rutinario

Por supuesto que un traductor siempre traduce de la misma manera, con herramientas y recursos adecuados a su actividad. Pero existe una gran diversidad de documentos que pueden ser traducidos, y traducir permite aprender cosas al mismo tiempo. Por otra parte, ser traductor no solo significa traducir. También consiste en captar clientes (especialmente en el caso de los traductores independientes), gestionar proyectos de traducción (en las agencias de traducción) o revisar las traducciones realizadas.

Un traductor no necesita diccionarios

¿Conoces todas las palabras de tu lengua materna? Claro que no. Un traductor tampoco conoce todo el vocabulario de su lengua materna o de las lenguas extranjeras que domina, especialmente cuando traduce textos especializados con numerosas palabras específicas de un ámbito. Por ejemplo, es probable que no sepa lo que es una central de bombeo (“centrale à pompage-turbinage” en francés). Esto es normal, no hablamos mucho de energía hidroeléctrica en la vida cotidiana. Por suerte, un traductor cuenta con diversos recursos, como diccionarios, bases terminológicas o enciclopedias. Como para cualquier trabajo, todas las herramientas disponibles se utilizan para traducir. El objetivo es traducir de manera adecuada y eficaz, no demostrar que tenemos un vocabulario muy rico.

Todas las palabras de un documento se traducen

Traducir no consiste en restituir cada palabra de un documento. El objetivo principal de una traducción es transmitir el mensaje contenido en el documento fuente. Por lo tanto, es imprescindible tener una visión global muy clara del contenido para traducirlo a otra lengua. Es importante ser metódico para traducir, pero también es importante entender el objetivo del documento y respetarlo en la traducción. Aunque no se deben añadir u omitir partes del texto fuente, a veces hay que alejarse del texto para restituir el sentido correctamente en la traducción. Por ejemplo, si un texto redactado en español habla de la ciudad de Lyon y precisa que está en Francia, en la traducción francesa no será útil ni pertinente conservar esta información. A un lector francés esta precisión podría parecerle un poco extraña, dado que para él es evidente que Lyon es una ciudad francesa.

La traducción automática va a substituir a los traductores

Dados los avances tecnológicos, cada vez más eficaces, es fácil pensar que en el futuro próximo los programas de traducción automática van a substituir a los traductores. Quizás esto sea en parte cierto, especialmente para ámbitos como la traducción jurídica o técnica, que tienen normas muy precisas. Sin embargo, siempre hay que revisar las traducciones producidas por estos programas. Esta tarea se llama post-edición. Además, la traducción automática todavía no funciona perfectamente con documentos más creativos, como sucede en el ámbito de la traducción comercial o literaria. Podemos tomar el ejemplo del eslogan de la marca francesa Bonduelle, que es “Quand c’est bon, c’est Bonduelle”. Un programa de traducción automática (como DeepL) ofrece la traducción literal: “Cuando es bueno, es Bonduelle”. Sin embargo, se pierde el juego de palabra con el adjetivo “bon” (“bueno”), que es la primera sílaba del nombre de la marca. Por eso esta traducción necesita de un traductor humano.

Por lo tanto, a pesar de que es muy probable que la traducción automática logre traducir todo tipo de textos dentro de unos años, los traductores, aunque tendrán que adaptarse, no serán substituidos completamente. Además, dada la creciente globalización del mundo, los lingüistas profesionales todavía parecen tener un futuro brillante. 

Rachel Poquet


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