¡Basta ya de nuevos traductores!

Para los idiomas y las combinaciones linguísticas mayoritarias, ya no hace falta formar a más traductores.

Numerosos avances tecnológicos y cambios en nuestras sociedades van transformando el oficio de traductor, hasta plantear la pertinencia de seguir formandos a más traductores.

Para empezar, la tecnología se ha hecho imprescindible para alcanzar el nivel de productividad necesario para ser competitivo. Las herramientas de traducción asistida por ordenador (TAO), por sejemplo, se han vuelto requisitos para trabajar con ciertas empresas. Dichas herramientas son aplicaciones complejas que reúnen en una plataforma única un glosario terminológico, una memoria de traducción, es decir el conjunto de textos con el que el traductor ya ha trabajado, y una inteligencia artificial que hace sugerencias y corrige errores. Entonces, un traductor con solamente una hoja de papel y un bolígrafo o con solamente un procesador de textos no puede competir con un traductor con plataforma de TAO. Asimismo, para completar la misma tarea, los individuos del segundo grupo irán tres o cuatros veces más rápido, así que ya no hace falta a tantos traductores como antes.

Para seguir con los avances tecnológicos, se puede introductir la traducción automática neuronal. Gracias a algoritmos de aprendizaje profundo, que consisten en entrenar un programa para que reconozca sus errores y aprenda de ellos, las plataformas que utilizan la traducción automática neuronal son cada vez más eficaces. De hecho, algunos científicos afirman que, dentro de poco, va a ser imposible distinguir una traducción hecha por un humano y aquella efectuada por un ordenador.

Sin embargo, esta evolución solamente afecta a los materiales menos sensibles y a los textos repetitivos. Por ejemplo, las descripciones de productos en las páginas web de comercio en línea.

Otros factores que justificarían una limitación del número de traductores titulado que ingresan en el mercado del trabajo cada año son, justamente, las condiciones de dicho mercado. La mayoría de los traductores de la Sociedad Francesa de los Traductores (SFT) por ejemplo, sont trabajadores independientes. Ellos se debe a que el acceso a los oficios de traducción asalariados, es decir estable y bien remunerados, es sumamente restringido. Este hecho se vereficia a la hora de integrar las organizaciones internacionales o los colectivos de traductores jurados. Los traductores jurados son funcionarios, tienen un jurisdicción asignada y su trabajo consiste en traductir o interpretar durante juicios o entrevistas con la policía. En Francia no es fácil integrar estos grupos, por lo tanto, suelen ser traductores experimentados. De hecho pasa lo mismo con las organizaciones internacionales.

Por todas estas razones, las carreras universitarias que forman a futuros traductores tienen que otorgarles otras competencias más acordes con la realidad del mercado laboral.

Dichas competencias pueden incluir la revisión, la terminología, la post-edición, la localización y la labor de jefe de proyecto. Todas estas materias tienen en cuenta los aportes de la tecnología, como la post-edición, por ejemplo, que consiste en corregir el trabajo de los programas de traducción automática neuronal. Asimismo, la localización completa el trabajo de los ordenadores ya que se trata de una tarea que nunca podrán ejecutar. Efectivamente, localizar significa trasladar conceptos culturales de una lengua hacia otra, algo que sólo los humanos somos capaces de hacer. En cuanto al labor de jefe de proyecto, forma parte de las competencias empresariales que todo traductor tiene que adquirir, sobre todo si trata de trabajar como traductor independiente.

En conclusión, para las combinaciones linguísticas más frecuentes como inglés-español o francés-inglés, los futuros titulados o los que están interesados en una carrera relacionada con la traducción, no deberían enfocarse solamente en la tarea de traducción. En efecto, es muy probable que acaben siendo traductores-terminólogos o traductores-jedes de proyecto.


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