Lo que aporta el humano a la traducción

     Estamos asistiendo desde hace varios años a una transformación general de las profesiones. Esta evolución conlleva una mayor libertad a la hora de trabajar, y permite a cada individuo una expresión de quién es en esencia. La revolución digital participa en este fenómeno, ya que facilita una apertura al mundo y una conexión hacia el exterior a través de diferentes plataformas. Sin embargo, la revolución digital no es favorable para todos, y en muchos casos la inteligencia artificial está amenazando a ciertas profesiones. En este contexto mundial de transformación de las profesiones, cabe preguntarse de qué forma el sector de la traducción se ve afectado por la revolución digital.

Para muchos traductores, la tecnología ya forma parte de su rutina diaria. Han surgido herramientas como la traducción asistida por ordenador, que permite el uso de memorias de traducción y bases terminológicas que mejoran la productividad de quien las usa. Estas diferentes herramientas tienen como propósito asistir al traductor, aportándole una cantidad de datos que deberá implementar, usando su propio discernimiento.

Por otro lado, la traducción automática, que tiene como objetivo traducir un texto por sí sola, no ha sido desarrollada lo suficiente hoy en día para realizar una traducción « perfecta ». Esto se debe a que existen muchos factores extralingüísticos que difícilmente podrían permitir una automatización de la traducción. En este artículo expondré algunos de esos factores que, hasta el día de hoy, solo  puede aportar un humano a la hora de hacer una traducción.

Ante todo, el traductor tiene como propósito transmitir la esencia de un mensaje hacia otro idioma de la forma más auténtica posible, sin que parezca realmente una traducción. Es necesario entender el texto en profundidad y con todas sus sutilezas. La traducción automática, por más programada que esté para crear mecanismos de reconocimiento lingüístico, no tiene la capacidad de entender un texto usando su discernimiento.

Además, parte fundamental del trabajo del traductor es la calidad de la redacción, que puede inclusive llegar a mejorar en ciertos casos, sin modificar el mensaje original. Esto puede suceder cuando el texto de origen lleva errores o ha sido escrito torpemente. El traductor, a la hora de redactar, puede aportar mayor fluidez al texto, mejorando la formulación de ciertas frases para que sean más claras y procurando mantener una coherencia en todo el texto. Estasmodificaciones aportadas de forma consciente deben ser evaluadas según el contexto de la  traducción. Es una reflexión propia que implica cierta libertad del traductor.

Por otra parte, un traductor debe en muchos casos adaptarse a las necesidades específicas de un encargo. Los clientes conservan a menudo un estilo de redacción propio que permite mantener una coherencia en todas sus producciones escritas, tanto a nivel tipográfico como terminológico. Es trabajo del traductor respetar cada criterio y adaptar su estilo al del cliente.

Sin embargo, gran parte del trabajo de adaptación que debe hacer un traductor tiene que ver con el público destinatario. El traductor debe considerar todos los factores generacionales o culturales para que el mensaje inicial se transmita de la forma más auténtica y fluida posible. Por lo tanto, es necesario un trabajo previo de documentación que pueda asegurar esa adecuación del registro.

El trabajo terminológico es fundamental, ya que un error en este terreno puede comprometer todo el sentido de un texto. Así pues, un término puede cambiar de sentido dependiendo del ámbito o del lugar en el que se use. Existen a menudo sutilezas de lenguaje que son propias de cada región o país. En el caso del español, existen muchas palabras que pueden llegar a tener diferentes significados dependiendo del país hispanohablante. Un ejemplo puede ser el del término “pelado”. Además de hacer referencia a una persona calva, puede ser entendido en Costa Rica, Argentina, Ecuador Nicaragua y España como una persona sin dinero. Para otros países como Colombia, Bolivia y Venezuela, este término alude a una persona joven, mientras que en Chile es sinónimo de “mujeriego”, y en algunas partes de México es utilizado para designar a una persona mal hablada o vulgar.

Además de la redacción, existe un trabajo posterior a cualquier traducción. Se trata del trabajo de revisión, que tiene como objetivo eliminar cualquier error que haya pasado desapercibido a la hora de redactar el texto. Tanto los humanos como una máquina inteligente pueden cometer errores, ya sea por un descuido del traductor o por la programación inadecuada de una máquina, y solo un humano tiene un discernimiento que le permite identificar una inadecuación en el trabajo.

Por último, no podemos hablar del aporte humano sin mencionar el aspecto creativo, ya sea en el área literaria o en el caso específico de la publicidad. En estos campos hay algo que va más allá de una simple transmisión lingüística. Se trata de captar la esencia más pura de un mensaje y adaptarla, no solo para que sea entendida, sino para que resuene e involucre emocionalmente al público destinatario. En el caso de la poesía, por ejemplo, se espera que el texto traducido cumpla con las mismas expectativas a nivel emocional, pero también con la rítmica y los sonidos, para poder generar los mismos efectos. Es un trabajo de creación que difícilmente puede hacer una máquina.

Como vemos, a pesar de los avances de la inteligencia artificial, existen muchos factores que impedirían la sustitución total de los humanos en el sector de la traducción. Sin embargo, es un hecho que los traductores deben adaptarse a los cambios estructurales en este ámbito de trabajo, incorporando nuevas herramientas tecnológicas. Cabe preguntarse también si este sector no se orientará más adelante hacia tipos de traducción que requieren las habilidades creativas del humano, como la transcreación.

Anais SOLARTE


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